Nora bajó las escaleras con paso acelerado. Estaba nerviosa, pues se graduaría a las doce de esa mañana. El vestido rojo le llegaba un poco por encima de la rodilla. Su pelo rubio y largo centelleaba bajo la luz del sol que entraba por las ventanas. Estaba deslumbrante. Salió de su casa y se metió en el coche. Los tacones de diez milímetros la estaban matando. Andrea ya estaba dentro del coche.
Iba guapísima, como siempre. Nora la envidiaba por la facilidad que tenía Andrea de que todo le quedase bien. Con ese pelo corto negro con una mecha azul, parecía una estrella del rock. Una camiseta negra y una falda con volantes por encima de la rodilla también negra y unas Converse negras.
-Hola- la saludó.
-Ho... Hola...
-¡Estás nerviosa!-gritó Andrea.
-No, es sólo que me pone de los nervios saber que ya no nos vamos a ver más...
-Oye, tú te podías haber ido conmigo a Harvard. Pero si tú te quieres quedar aquí...
Nora hizo una mueca, desde luego Andrea siempre le restregaría por la cara no haber aceptado la beca en Harvard. Fue un error, pero ella no quería irse de Santander.
El coche arrancó silenciosamente. Nora intentaba no morderse las uñas recién pintadas de rosa. De repente, notó que el coche se bamboleaba. Se había quedado dormida. El coche pasaba por un puente situado cerca de dónde se graduarían. Nora no sabía que era lo que pasaba. Entonces se dio cuenta de que el coche iba en zig zag. La madre de Nora dio un brusco frenazo y Nora salió despedida hacia delante, atravesando el cristal...
Esa fue mi forma de morir. Absurda, pero real...
No hay comentarios:
Publicar un comentario