miércoles, 29 de diciembre de 2010
Capítulo 4
Un día le comenté a Andrea si podíamos utilizar los fuegos fatuos para buscar a nuestras familias. Estábamos mirando el "fotomatón" pensando si sería una buena idea. Decidimos meternos y probar a suerte. Dimos a un botón y todo se tornó oscuro. Fuimos engullidos por una oscuridad total. De repente noté calor por primera vez. Estaba ardiendo. Pero, ¿no estaba muerta? ¿Cómo iba a seguir siendo inflamable? Sin embargo no sentía dolor. Es más, era reconfortante. Y me si cuenta de que estaba en el jardín de mi casa. Estaba sobre el césped que había en el camino de entrada. Me moví poco a poco. Atravesé la puerta y subí las escaleras. Estaba flotando, literalmente. Entré en el dormitorio de mis padres. Estaba eufórica. Pero la alegría se evaporó cuando vi que mi madre tenía unas grandes ojeras debajo de los ojos y estaba escuálida. Mi padre no estaba. Vi el bolso de mi madre alejado. Notaba que las llamas se iban apagando poco a poco. Quizá tenía tiempo límite. Cogí un papel y al leerlo se me hizo un nudo en el estómago. Mis padres se habían divorciado. El día después de mi muerte. Mi madre se despertó. Me miró y comenzó a gritar. En ese momentó me volví a sumergir en la oscuridad. Desperté en un suelo extraño. Y estaba completamente atada. Atrapada como un ratón.
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